El «fair play» no es esencial en el futbol… es esencial en la vida
• Se trata de respetar a quien comparte con nosotros el campo de juego, pero también la oficina, la empresa, el negocio o el país.
En los últimos días hemos surgido (me incluyo) quienes insistimos que faltó una pizca de respeto a nosotros mismos, además de respeto al contrario, y debimos haber declinado un obsequio que lastimó el espíritu del juego, pero también así procede el «fair play» en la vida, que se refleja en dejar pasar al peatón; en devolver lo que no es nuestro; en permitir que se exprese quien piensa diferente; en colaborar en el esfuerzo de otros; en no transar; en no aprovecharse de un puesto (político o empresarial).
El «fair play» está, para los católicos, en los 10 mandamientos (en todos ellos) y seguramente aparece en las otras religiones.
Una sociedad miope para quien lo más importante es ganar, a cualquier costo, y que no entiende lo que es «fair play», no desperdicia un penalti, aunque sea regalado; no desaprovecha el sexenio del compadre; no se detiene ante la oportunidad de acaparar.
¿Cuántos aplicaríamos el «fair play» ante oportunidades como la que se nos presentó en el juego contra Panamá?
Nos toca tirar el penalti a nosotros. ¿Qué decidiremos?