Gilda Sánchez

Envejecer es obligatorio, crecer es opcional, una historia de cómo bien hacerlo…


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La vejez es como una cuenta de banco… tú retiras de ella lo que has depositado.

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Una bien perfumada, bajita y orgullosa persona mayor, perfectamente vestida  y acicalada cada día desde muy temprano, se revisa el maquillaje y el cabello atractivamente peinado para estar lista a ser conducida a su nuevo hogar.

Aunque es legalmente ciega, se muda hoy a una casa de reposo ya que su compañero murió recientemente y necesita ser atendida por otras personas.

Después de muchas horas de esperar pacientemente en el recibidor de la casa de reposo sonrió dulcemente cuando se le dijo que su cuarto estaba listo.

Mientras se desplazaba con su andador hacia el ascensor,  se le dio una descripción detallada de su pequeño cuarto, reposoincluyendo las cortinas que colgaban de su ventana.

-«Me encanta» afirmó con el entusiasmo de un niño de 8 años al que le acaban de entregar una nueva mascota.

-Pero Señora,  todavía no ha visto el cuarto… espere».

-«Eso no importa», respondió. «La felicidad es algo que decides con el tiempo. Si me gusta o no mi cuarto no depende de cómo estén arreglados los muebles… sino de cómo arregle mi mente…y ya decidí que me va a gustar…”

Es una decisión que hago cada mañana cuando me levanto. Tengo la elección, puedo pasar el día en la cama repasando la dificultad que tengo con las partes de mi cuerpo que no funcionan, o salir de la cama y estar agradecida por las partes que sí funcionan».

«Cada día es un regalo, y mientras se abran mis ojos, me enfocaré en el nuevo día y los recuerdos felices que he almacenado… sólo por ésta vez en mi vida.

La vejez es como una cuenta de banco… tú retiras de ella lo que has depositado. Así que mi consejo sería que deposites una gran cantidad de felicidad en la cuenta de tu memoria.

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