Hay de plazas a plazas…
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Espacio abierto, la plaza de hoy es como la plateia griega de antaño. Lugar que ahora es las grandes urbes nos resuelve, si no la vida, si muchos de los estresantes desafíos de nuestra cotidianeidad.
Zona pública donde los comercios y servicios se juntan no sólo para simplificarnos la existencia sino para hacérnosla más grata.
Centro de reunión de las urbes, la plaza posibilita la simultaneidad de actividades prácticas y simbólicas que van desde realizar pagos y trámites hasta hacer las necesarias celebraciones con nuestras tribus, con la compra del regalo de última hora y la gastronomía compartida con los nuestros en la alta cocina o la rápida comida. Ir al banco antes de gratificar el cuerpo en los modernos gimnasios y los centros de belleza.
Polos de encuentro en la actualidad. Lugares donde hallamos a los amigos, conocidos y también a algunos desconocidos que nos reflejan… espacios seguros y amigables tan escasos en nuestra ciudad.
Sitio ideal para toparnos con otros y realizar lo ineludible o lo deleitable. En las plazas nos sentimos acompañados o lo estamos de verdad. Raramente solos.
Lugar especial que nos resuelve en un solo espacio múltiples asuntos de los otros. Mejor hacer trámites y pagos de una manera poco fastidiosa “aprovechando el viaje” cuando vamos al lugar donde también encontramos el café gourmet que nos fascina y donde compramos habanos para aquellos amigos tan especiales.
Hay de plazas a plazas. Las mejores son las que nos ofrecen mayor cantidad de posibilidades para hacer tanto lo que necesitamos como lo que queremos. Ir al banco, comprar una revista, un disco, libros, ropa o encontrarnos con otros para un café, un antojo, una copa o una gran cerveza. También para aprender y divertirnos yendo a ver una película ligera o cine inteligente, escuchar música, visitar un museo de primer mundo o tomar una clase de un tema que nos apasiona…
