Gilda Sánchez

Hilos de Historia, muestra que permanece unos día más en el Castillo de Chapultepec


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• La muestra Hilos de Historia integrada por más de dos centenares de piezas, entre vestidos, zapatillas y abanicos, entre otros, permanecerá hasta el 16 de agosto en el Castillo de Chapultepec

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8319beedef71d0d1a1365c94451fcace_XLUn sobrio vestido negro strapless, confeccionado a mano y a máquina en tul y encaje industrial, cuya creolina hace destacar el bordado, el cual es coronado con un pequeño tocado de flores colocado a la altura del lado derecho de la cintura, da la bienvenida a los visitantes a la exposición Hilos de Historia. Colección de Indumentaria del Museo Nacional de Historia. ¡Es maravilloso!, exclaman con asombro las mujeres.

El interés que ha generado la muestra de indumentaria ha motivado que el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) amplíe esta exhibición hasta el 16 de agosto, para que pueda ser apreciada por los visitantes nacionales y extranjeros.

Por primera vez, el Museo Nacional de Historia (MNH), Castillo de Chapultepec, expone una selección de su vasto acervo de indumentaria, integrado por casi dos centenares de atuendos, entre ellos: vestidos de gala y de uso cotidiano, sombreros, zapatillas, abanicos, sombrillas y otros accesorios, los cuales se dividen en tres salas que abordan los propósitos de su conservación y cómo se forman las colecciones.

Al inicio de la muestra, a un costado del vestuario oscuro que data de 1950, dos prendas: un conjunto de diario elaborado en tela sintética en los años 70, y una bata tipo kimono hecho en seda, de 1930, acompañan la pieza que el público asistente aprecia con avidez, como ya lo han hecho las más de 285 mil personas que han visitado la exhibición desde que fue inaugurada, hace cuatro meses.

Ambientadas sonoramente con las nostálgicas notas de la obra Gymnopédie No. 1, del compositor francés Erik Satie, las salas reciben a numerosos contingentes: lo mismo de familias completas que de personas solas, quienes acuden con interés a las vitrinas donde se 1272332aprecian los vestuarios; las niñas en especial quedan sorprendidas con las obras de la alta costura y con humildes prendas que denotan diversas épocas.

Personas de diversos lugares de procedencia y estratos sociales concurren en un montaje que busca acercar al público a los criterios de los especialistas para la construcción de colecciones que son patrimonio cultural.

Un vestido entallado con corte sirena y escote corazón (del diseñador Valdés-Peza), que incluye tirantes, del que cuelga una enorme cola de encaje blanco, elaborado en raso, bordado con perlas, canutillo y piedras facetadas (con recorte cilíndrico), causa furor entre numerosos visitantes, la mayoría de la tercera edad. A un lado del atuendo, se aprecia una fotografía de María Félix la Doña, quien lucía un vestuario similar.

Para la señora Laura Navarro, de 50 años de edad y que llegó de Sonora, la muestra ilustra cómo se vestían las personas, el estilo y las modas de antaño.

Ana Laura, niña guanajuatense de 10 años, miraba absorta la colección de abanicos del siglo XIX, procedentes de Francia, España y México. Entre tanto, Martha Jenkins, oriunda de Belice, se dijo fascinada por la historia del vestido entallado con corte sirena: Me llamó mucho la atención cómo evolucionaban las modas a partir de la comodidad o estética, pero sobre todo me encantó el vestido de novia.

Entre las piezas principales resaltan cuatro prendas virreinales con jubón, falda y cauda del siglo XVIII, tanto por la lentejuela de plata como por la pedrería de su ornamento. Isabella, niña de 8 años, dibujaba atavíos y recorría las salas sin parar de maravillarse con las prendas que dieron origen, a principios del siglo XX, a la Colección de Indumentaria del Museo Nacional de Historia, que ya cuenta con más de 10 mil piezas.

La muestra incluye un vestido de baile con blusa y falda, confeccionados en 1890 por Charles Frederick Worth, pionero del diseño de modas y padre de la alta costura; la casaca que perteneció al generalísimo José María Morelos y Pavón, la cual ostenta distintivos únicos bordados en oro que dan fe de su alto cargo militar; vestuarios que pertenecieron a la emperatriz Carlota, como un atuendo que destaca por su fino bordado de la blusa y de la parte baja de la falda, y unos botines de raso de seda con chaquira.

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