Gilda Sánchez

Jubilada y vengadora…historia sobre lo que somos capaces las mayorcitas


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• La gente que todavía trabaja me pregunta a menudo: ¿Qué hago cada día, ahora que estoy jubilada…?

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Pues bien, por ejemplo, el otro día fui al centro y entré al negocio a recogerpolicia
un paquete que me había llegado, sin tardar en la gestión ni cinco minutos.
Cuando salí, un agente de Tránsito, estaba rellenando una infracción
por estacionamiento prohibido… ‘Rápidamente me acerqué a él y le
dije:

¡Vaya hombre, no he tardado ni cinco minutos…!
Dios le recompensaría, si hiciera un pequeño gesto para con los
jubilados…!

Me ignoró olímpicamente y continuó llenando la infracción.

La verdad es que me pasé un poco y le dije que no tenía vergüenza de
mi actitud. Me miró fríamente y empezó a rellenar otra infracción,
alegando que, además, no traía el engomado.

Entonces levanté la voz para decirle que me había percatado de que
estaba tratando con un idiota ¿que cómo le habían dejado entrar en
como oficial de Tránsito…?
Él acabó con la segunda infracción, la colocó debajo del limpiaparabrisas,
y empezó con una tercera…
No me achiqué y estuve durante más de 20 minutos llamándole de todo,
Él, a cada insulto respondía con una nueva infracción.

Con cada infracción que llenaba, se le dibujaba una sonrisa que
reflejaba la satisfacción de la venganza, de su venganza, de verdadera
hormiga motorizada…
Después de la enésima infracción… con virtuosa serenidad, le dije:

¡Qué suerte que vine en autobús! Desde mi jubilación, ensayo cada día, cómo divertirme un poco.
¡A mi edad, es importante, ser creativo para no aburrirme para retardar
la llegada del alemán Alzheimer!»

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