Gilda Sánchez

¿La vejez es el diablo?


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• Inteligente a la vez que pertinente la reflexión sobre la vejez que hace Lourdes Casares de Félix sobre la exigencia hacia la mujeres de la sociedad por permanecer más jóvenes que los hombres. Para nosotras envejecer con dignidad deja de ser una opción ya que se requiere ser bella para poderse abrir puertas.

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Por Lourdes Casares de Félix manos-vejez

A través de la historia la humanidad ha buscado siempre la fuente de la juventud. Hombres y mujeres desean verse bien y desearían que el paso de los años no dejara su huella.

Frente a unos espejos del gimnasio una amiga me dijo la semana pasada: Ya pasó un año más y es horrible verse más vieja. Recordé una frase que le escuché decir a mi madre alguna vez: La vejez es el diablo.

La actriz Carrie Fisher, quien interpretó a la Princesa Leia hace 32 años en el filme “La Guerra de las Galaxias” fue contratada de nuevo a sus 59 para representar a la misma princesa en la séptima saga de George Lucas “El Renacer de la Fuerza”.

Fisher fue criticada por su envejecimiento y por lucir unos kilos de más pero ella se defendió contestando: “Mi cuerpo ha envejecido también como lo hice yo”.

Uno de sus seguidores, quizás con la intención de aminorar las críticas,  le escribió: Los hombres no envejecen mejor que las mujeres, sólo tienen permitido envejecer.

La sociedad le exige mucho más a las mujeres que a los hombres permanecer jóvenes y de buen ver. Esta exigencia provoca que la estética se convierta en una obsesión.

Envejecer con dignidad deja de ser una opción ya que ser bella es importante y significativo, es una especie de poder que abre puertas.

Las mujeres de antes eran muy conscientes de la fuerza que emanaba de la belleza y del control que podían ejercer. Estaban pendientes de su maquillaje y de su arreglo personal. A través de coqueteos conseguían muchas veces lo que querían.

Por fortuna las mujeres de hoy, aunque cuidan de su apariencia buscan también estar saludables además de guapas y se ocupan más de su crecimiento personal y profesional. Se han liberado de presiones que exigían de las mujeres un cutis terso y maquillado y una cabellera libre de canas.

Como ejemplo tenemos a Christine Lagarde, abogada y política francesa, directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI) cercana a los 60 años portando un bien peinado cabello blanco y de rostro casi al natural.

Lagarde emana inteligencia y experiencia; tiene la imagen de una mujer que sabe que vale mucho más que sólo su apariencia. Su personalidad es impactante y sabe llevar sus años sin importarle las líneas de expresión.

Verse más vieja, como dijo mi amiga, puede ser horrible si sólo se pone atención en lo físico. La vejez no debería producir ansiedad.

Es tiempo ideal para construir una nueva versión de uno mismo y que el mundo interior de cada uno pueda reflejarse en la piel sin temor y con orgullo de las experiencias vividas.

Muchos de los propósitos del nuevo año son hacer dieta y más ejercicio para verse mejor. ¡Eso está muy bien!  Pero también tiene que haber una reconciliación con el nuevo cuerpo que ya no puede ser tan ágil, tan terso, ni tan firme como el de la adolescencia.

Decía Oscar Wilde que la tragedia de la vejez no es ser viejo sino haber sido joven. Discrepo un poco de esta frase porque cada etapa de la vida tiene su propia tragedia y su propio encanto.

Dejar ir cosas que antes pensabas imprescindibles, valorar más los momentos de convivencia con los seres queridos que cualquier fiesta prometedora, disfrutar de conversaciones profundas y entender un poco más la vulnerabilidad del ser humano son acciones que acompañan a la madurez  y que contribuyen a labrar la propia felicidad.

Es entonces cuando la belleza se vuelve subjetiva y se construyen nuevos conceptos de lo que es verdaderamente esencial para el individuo.

 

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