Mayoría de mujeres de 60 y + viven solas en las ciudades…algunas cuentan la razón

Por Gilda Sánchez

Idealista ilustrada y curiosa. Nació en la mitad del siglo XX en la región más transparente. Educada en la burguesía del bolero, del rock sesentero y por jesuitas de la Ibero. Desde que cumplió 50+ le cayó el veinte de que actuar sin ejercer la conciencia es desperdiciar el milagro de estar viva. Compartir experiencias y reflexiones que enriquezcan el alma es su pasión. Para eso escucha, habla y escribe.

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A los 68 años, Margarita Medina, lleva 15 viviendo sola.  Considera que es el mejor estado para una mujer porque «no das explicaciones a nadie». Te alcanza el tiempo para disfrutar a tus mascotas y convivir tranquilamente cuando te buscan los hijos y nietos, nos dice con una sonrisa.

«Pienso que esto de las mujeres grandes que vivimos solas se da mucho más porque tenemos otro temperamento y estamos más acostumbradas a arreglárnoslas sin ayuda”, considera Fernanda Aguilar de 71 años, quien vive en un confortable departamento pequeño con sus dos perros salchicha a los que saca a pasear al parque cerca de su casa cuando así lo considera.

“No damos explicaciones pero tampoco las pedimos», confiesa Gloria Hernández de 69 años, divorciada de su primer y único marido, al que asegura no extrañar. «¿Cómo me arreglo? Como lo hice siempre. Voy al supermercado,  doy mis clases, yo compongo lo que se me rompe y tengo la libertad de manejar mis tiempos como me guste».

«Mis hijas son grandes y tienen su vida hecha y yo hago mi vida como me place sin ninguna presión de nadie, confiesa Eloína López, que acaba de cumplir 65 años, entre risas y miradas pícaras mientras repasa las estadísticas, que para ella se replican a nivel mundial: las mujeres son más longevas.

“Vivo sola por decisión personal, la libertad que tengo es una delicia. Por fin, hago lo que se me antoja”, considera Luisa. Nos comenta que piensa que el fenómeno de por qué cada vez más mujeres viven solas y tranquilas se debe a  que hombres de su generación están acostumbrados a que la mujer les haga todo. “Yo ya me cansé” nos aclara y añade que nunca había sido tan feliz hasta que empezó a vivir por su cuenta.