Rocío Ruenes

Fraudes y estafas a personas mayores, una cifra negra


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Recientemente un notario se rehusó a autorizar una escritura de compraventa para evitar que una persona mayor fuera despojada, esta noticia puso en la mesa de discusión una percepción unánime sobre el abuso económico a las personas de la tercera edad.

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Entre abogados, trabajadores sociales, psicólogos, responsables de residencias de ancianos y expertos en la materia se sabe que el fraude a las personas mayores esconde una enorme “cifra negra”.

Se trata de un tipo de agresión que, advierten los expertos, puede tener secuelas mucho peores para los ancianos que la violencia física y que representa todavía un auténtico tabú social.

Un tabú de gran magnitud, dado que todos los antecedentes y estudios constatan que la mayoría de las estafas económicas a los adultos mayores proceden de su entorno más cercano: los hijos y los cuidadores. Se trata de casos referidos a cesiones de viviendas de las víctimas a precios irrisorios a cambio de asistencia o apoyo al anciano por parte de quien se adjudica el inmueble, o bien directamente de situaciones en las que se usurpa la pensión o la ayuda por dependencia que percibe la persona mayor.

Deben darse por eso ya políticas públicas que den respuesta a este preocupante cuadro y no sólo que las personas que se encuentren a cargo del cuidado de un anciano o adulto mayor, y que ejerzan cualquier tipo de violencia física o psíquica sobre ellos, sean penalizadas.

Que las leyes actuales de protección a las personas mayores dejen de tener vacíos legales e incluyan lo que denomina el “maltrato estructural”, que se define como “aquel que ocurre desde y en las estructuras de la sociedad mediante normas legales, sociales y económicas que actúan como trasfondo de todas las otras formas de maltrato existente”.  Además que permita acompañar el tránsito de las personas desde la plena capacidad hasta la disminución de ella.

La sociedad en su conjunto actualmente no está preparada para asumir la realidad de los adultos mayores y no es consciente de ello. Sin embargo, el mundo se vuelve añoso.

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