Rocío Ruenes

Partículas que matan en ciudades como México


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Aparte del crimen, las grandes ciudades encierran muchos peligros…uno de ellos toma la forma de partículas tan pequeñas que ni siquiera las alcanzamos a ver.

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Hace más de diez años, el Premio Nobel de Química Mario Molina presentó al gobierno de la Ciudad de México una serie de estudios realizados por un equipo de expertos internacionales. Desde entonces quedó demostrado que cada vez que se eleva la contaminación por partículas suspendidas, aumenta significativamente el número de personas que mueren por enfermedades cardiovasculares.

Esta evidencia es resultado de dos años de investigación que comprobaron la relación que existe entre el aumento de la mortalidad por enfermedades cardiovasculares y el incremento de partículas suspendidas en la atmósfera de la Ciudad de México.

El Premio Nobel lo dijo entonces y los sigue repitiendo: Las estadísticas demuestran que mueren más personas en los días cuando los niveles de partículas están elevados.

Sólo con la reducción del 10 por ciento las concentraciones de esas partículas, se evitaría la muerte de hasta 2 mil personas al año, agregó.

El estudio también dejó claro que vivir en áreas con un alto nivel de este tipo de partículas incrementa el riesgo de muerte prematura por enfermedades cardiorrespiratorias. Además, la Asociación Americana de Cáncer confirmó que estos incrementos, en la inhalación de partículas suspendidas, están implicados en el aumento de las muertes por causas cardiorrespiratorias. La evidencia está aquí, no hay forma de escapar de ella y nadie en el gobierno de esta ciudad parece estar interesado en evitar la muerte de miles de personas.

¿Qué hace que estas partículas suspendidas sean tan peligrosas?

Para empezar, su composición. De acuerdo a la EPA (Agencia Ambiental de los Estados Unidos), sus principales componentes son metales (plomo, hierro, vanadio, níquel, cobre, platino y otros); compuestos orgánicos y material de origen biológico (virus, bacterias, restos de plantas, animales y materia fecal); iones (sulfatos, nitrato y acidez) y gases reactivos (ozono, peróxidos y aldehídos), mientras que su núcleo se forma frecuentemente de carbono elemental puro.

Estos componentes sólidos, producto de la contaminación orgánica e inorgánica, son de diferentes tamaños y según sus dimensiones, cuando los inhalamos van directamente a las vías respiratorias, a los pulmones o al sistema circulatorio, provocando insuficiencia cardíaca y accidentes cerebro-vasculares.

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