Gilda Sánchez

Narcisistas y redes sociales… un peligroso dúo


Comparte en tus redes sociales

Facebooktwitter

• El celular y las redes sociales son un agasajo para cualquier narcisista y una monserga para los demás

Decrease Font Size Increase Font Size Tamaño del texto Imprimir esta página

redes sociales 02Todas las oportunidades de actividad diaria son un gran pretexto para tomarse un selfie y casi todo lo que sea que hagamos en nuestro día que no sea íntimo, es más que suficientes para posar delante de la cámara del teléfono celular, y compartir las imágenes en las redes sociales.

Patricia Matey, autora de un artículo sobre este tema nos explica que, para entender la complejidad de este fenómeno de actualidad, cabe señalar que durante las tres últimas décadas, investigadores han estado evaluando el tema del “narcisismo” a través de cuestionarios, los cuales han demostrado que este tipo de personas sobrevaloran sus propias capacidades, son más agresivas y tienen más probabilidades de participar en actos de intimidación.

Esto último en comparación con las personas calificadas como “empáticas”, las cuales son menos proclives a la adulación de su propia persona y muestran más actitudes de ayuda a los demás.

De acuerdo con el doctor Elliot Panek, de la Universidad de Michigan, ha quedado demostrado que las redes sociales son utilizadas por muchas personas para aumentar su ego y la percepción de control.

Y aunque no se ha podido determinar si el narcisismo conduce a un mayor uso de redes sociales, o si el uso de éstas fortalece este rasgo de personalidad, sí se sabe que en la medida en que ha crecido la idolatría hacia las apariencias, el culto a la propia imagen se ha vuelto un factor importante en la configuración psíquica de las personas.

Las redes sociales –señala el experto– lo que permiten es ofrecer una “imagen que no es auténtica”, a través de un personaje elaborado con rasgos parciales de la persona y con elementos fantaseados. “Facilitan construir un sí mismo idealizado y presentarlo a los demás, por lo cual estas redes se convierten en un vehículo propicio para persona con problemas de inmadurez e inconsistencia de la imagen que tienen de sí mismos”.

Son individuos que reclaman que se les reconozca esas capacidades que ellos mismos han ensalzado en las redes sociales; así que cuando esto no se produce, manifiestan su baja o nula tolerancia a la frustración, enfadándose o haciendo cualquier cosa para recuperar ese equilibrio que necesitan para sentirse bien.

“Es como estar en la antesala de un país en el que todo el mundo actuará algún día como en un reality show de

selfie

concursantes obsesionados con el poder, el estatus y la apariencia. ‘Estoy aquí para ganar, no para hacer amigos’, sería el lema nacional”, nos explica Christopher Barry, profesor de Psicología en la Universidad del Sur Mississippi.

Según el académico la sociedad  conformada con estos individuos, tendría altos índices de criminalidad, la cirugía estética sería una rutina, y todo el mundo buscaría fama o notoriedad. También sería un lugar con altas tasas de ansiedad y depresión ya que los narcisistas –personas con un sentido abultado de su importancia y habilidades–, tienen problemas para mantener amigos, a pesar de que son buenos para hacerlos, puntualizó Barry.

Sin embargo, el narcisista está solo, pues no conecta afectivamente con los otros, y la vanidad es su posición ante el mundo, su estrategia para hacer de la imagen un termómetro de validez personal, aunque sea esa imagen falsa que él ofrece según el doctor José Luis Carrasco, de la Unidad de Trastornos de la Personalidad del Hospital San Carlos de Madrid.

Para Carrasco se trata de un problema que aún tiene solución “a través de la implantación de tareas comunitarias obligatorias para los jóvenes, así como un refuerzo en la educación por parte de los padres y la ayuda de profesores en la detección de actitudes narcisistas y en la no potenciación de las mismas. Al fin y al cabo, como diría Freud, ‘el narcisista busca, sin saberlo, satisfacer el deseo narcisista de sus padres’”.

Fuente: Versión del artículo de Patricia Matey, para el diario El Mundo.

 

Facebooktwitter

¿Tú que opinas? ¡Nos interesa mucho saberlo!