Gilda Sánchez

…hueles a pura tierra mojada… ¿por qué nos encanta este aroma?


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¿Qué es lo que pasa con el gusto o el rechazo por determinados olores?

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walking-1283125_960_720Existen algunos aromas que nos gustan mucho y otros que no tanto. Nos suele encantar el aroma a pan recién horneado, la tinta de un libro nuevo, la piel de un recién nacido y el olor a tierra mojada.  ¿Por qué especialmente éste último?

¿Por qué a casi todos nos gusta el olor a tierra mojada, el olor de la lluvia? ¿De qué se trata?

Los especialistas en el tema señalan que los aromas van directo al cerebro y es ahí  donde activan una conexión instantánea con las emociones. Nuestro olfato tiene conexiones directas con el sistema límbico y con la amígdala, zonas relacionadas  con el procesamiento y la modulación emocional de los seres humanos.

¿Te ha sucedido que al percibir un perfume recuerdes un lugar o una época. La conexión entre aroma y emociones se descubrió en algunos estudios basados en  resonancia magnética funcional que mostraron que los olores que conocemos (tanto los que despiertan recuerdos positivos como negativos) activan inmediatamente los recuerdos que están en las estructuras más antiguas de nuestro cerebro.

Los especialistas consideran que esta conexión tan especial puede llevarnos como especie a nuestro pasado más lejano. Para nuestros remotos ancestros el olfato debía ser un sentido muy importante como lo es hoy  para la mayoría de los animales. Esto se produjo ya que mediante el olfato podían advertir peligros  y oportunidades por lo que era muy importante considerarlo para desencadenar una respuesta rápida que los llevara a obtener comida o a salvarse en cuestión de segundos.

El olfato estaba ligado al placer y a la muerte y, por ello, se desarrolló una relación de los aromas con las emociones, lo cual ha subsistido hasta nuestros días.

¿Y qué pasa con el olor a tierra mojada y a lluvia que tanto nos atrae?

Los neurocientíficos creen que nuestro gusto por el olor de la lluvia es una herencia de nuestros antepasados, para quienes las precipitaciones de agua siempre era vida y sinónimo de supervivencia. El petricor, el aroma a lluvia, un término acuñado en 1964 por dos científicos australianos que estudiaban su olor, se libera cuando las gotas de agua chocan contra las rocas. En ese momento se libera una serie de aceites provenientes de las plantas, que estas habían estado acumulando durante el periodo de sequía.

Los antropólogos actuales consideran que nuestros antepasados establecieron una fuerte conexión positiva con ese olor, que les indicaba que había acabado la peligrosa etapa de sequía y comenzaba las aguas que harían renacer las plantas y con ello aumentaban sus probabilidades de supervivencia.

Por otra parte, el olor a tierra mojada, de acuerdo a los especialistas,  se produce por la geosmina, una molécula derivada de  bacterias que crecen en los suelos húmedos y ayudan a descomponer la materia orgánica  con lo que contribuyen a la formación del humus.

Cuando hay sequía, esta bacteria libera sus esporas para poder sobrevivir y cuando llega la lluvia esas esporas se propagan por el aire y quedan suspendidas en el ambiente generando ese olor a tierra mojada, que tiene un ligero vaho mohoso.

Los resultados de estudios al respecto  comprobaron que el olor de la geosmina es el que guía a algunos animales para encontrar agua en el desierto y que los seres humanos somos particularmente sensibles al aroma de esa molécula porque inconscientemente nos atrae ya que también estamos programados para buscar la seguridad y el placer. Así esta conexión positiva se crea entre los aromas y las experiencias seguras y placenteras, como puede ser el caso del olor a tierra mojada o a lluvia.

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