Gilda Sánchez

La nueva epidemia emocional es la soledad


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¿Por qué a nivel mundial una de cada tres personas se siente sola en la sociedad de la hiperconexión y las redes sociales?

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La generalización en el planeta del sentimiento de soledad es asombrosa.

Varios estudios internacionales indican que más de una de cada tres personas en los países occidentales se siente sola habitualmente o con frecuencia. Un estudio de 10 años que iniciamos en 2002 en una gran área metropolitana indica que, en realidad, esa proporción se aproxima más a una de cada cuatro personas en algunas zonas, una cifra que sigue siendo muy alta.

La mayoría de estas personas quizá no son solitarias por naturaleza, pero se sienten socialmente aisladas aunque estén rodeadas de gente. El sentimiento de soledad, al principio, hace que una persona intente entablar relación con otras, pero con el tiempo la soledad puede fomentar el retraimiento, porque parece una alternativa mejor que el dolor del rechazo, la traición o la vergüenza.

Cuando la soledad se vuelve crónica, las personas tienden a resignarse. Pueden tener familia, amigos o un gran círculo de seguidores en las redes sociales, pero no se sienten verdaderamente en sintonía con nadie.

Quien se siente solo suele estar más angustiado, deprimido y hostil, y tiene menos probabilidades de llevar a cabo actividades físicas.

Consecuencias en el organismo

Las pruebas biológicas realizadas muestran que la soledad tiene varias consecuencias físicas: se elevan los niveles de cortisol, la hormona del estrés y se incrementa la resistencia a la circulación de la sangre. Además disminuyen la capacidad del sistema que no descansa y no permite dormir bien ya que aumenta la frecuencia de los microdespertares durante el sueño, por lo que la persona se levanta agotada.

La razón se da porque cuando el cerebro capta su entorno social como algo hostil y poco seguro, permanece constantemente en alerta ya que estas respuestas del cerebro solitario pueden servir para la supervivencia inmediata.

Sin embargo,  a largo plazo tiene un precio para la salud. Cuando estamos acelerando constantemente nuestros motores, dejamos nuestro cuerpo exhausto, reducimos nuestra protección contra los virus y la inflamación, y aumentamos el riesgo y la gravedad de las infecciones víricas y de muchas otras enfermedades crónicas.

Cuando una persona está triste e irritable, quizá está pidiendo a gritos que alguien la ayude y conecte con ella

De 70 estudios combinados con más de tres millones de participantes se encontró que la soledad incrementa las probabilidades de mortalidad en un 26 por ciento, aproximadamente igual que la obesidad.

Debe preocuparnos que más de una de cada cuatro personas en los países industrializados pueda estar viviendo en soledad por las consecuencias muy negativas la salud que esta condición provoca.

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