Gilda Sánchez

Envejecer a través de la historia: el antiguo Egipto


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• A lo largo de la historia, la figura de los mayores ha sido la responsable de transmitir la sabiduría, el conocimiento así como la encargada de preservar las tradiciones y la cultura

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egiptoEn el antiguo Egipto tenemos constancia de ello gracias a un texto encontrado realizado por un visir del faraón Tzezi en donde describe un poco como se sentían al envejecer. El texto dice: “¡Qué penoso es el fin de un viejo! Se va debilitando cada día; su vista disminuye, sus oídos se vuelven sordos; su fuerza declina; su corazón ya no descansa; su boca se vuelve silenciosa y no habla. Sus facultades intelectuales disminuyen y le resulta imposible acordarse hoy de lo que sucedió ayer. Todos los huesos están doloridos. Las ocupaciones a las que se abandonaban no hace mucho con placer, sólo las realiza con dificultad, y el sentido del gusto desaparece. La vejez es la peor de las desgracias que puede afligir a un hombre”.

A pesar de todas estas circunstancias descritas, los egipcios deseaban como el resto de la humanidad, alcanzar esa edad avanzada.

En las ciudades y poblaciones egipcias, el vulgo cuidaba de los ancianos en la medida de sus posibilidades, pero siempre bajo los auspicios del respeto y la consideración.

En la corte real era diferente. El faraón luchaba contra el paso de los años, al amparo del cuidado de los sacerdotes especializados, de los médicos y de los magos. En determinadas fechas, se obligaba a celebrar ceremonias de rejuvenecimiento como el Festival Sed (fuente de la eterna juventud o búsqueda de la inmortalidad).

En Egipto, en general, a la gente mayor se le asignaba el papel de dirigente por la experiencia y sabiduría proporcionada a lo largo de su vida. El vocablo anciano tenía una repercusión religiosa. Derivaba de la voz egipcia An, que se podía traducir como “manifestación divina” y del término Heh que significaba “suma de años”. De esta manera, cuando se pronunciaba la palabra An-Heh, se expresaba a alguien, que era “portador de los años”, es decir, un ser con experiencia, digno de respeto y consideración. Para el pueblo egipcio la ancianidad era un proceso evolutivo, con ascendentes religiosos, que en la casi culminación de la vida, llegaba a un estadio o proceso denominado Maaty, que podría expresar algo parecido a bienaventurado.

Siempre se procuraba que los ancianos, tanto si eran de clase social alta o baja, vivieran en un estado de Amaku, concesión real hacia las personas ancianas, que venía a significar que tenían asegurado el pan para todos los días de su vejez.

Los ancianos sabían que el paso hacia una nueva vida estaba cercano, pero en vez de atormentarse, sus corazones se inspiraban en dar sabios consejos y consideraciones útiles, para quien quisiera escuchar.

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