Gilda Sánchez

Envejecer a través de la historia: la época prehispánica


Comparte en tus redes sociales

Facebooktwitter

• En el México prehispánico a la vejez o senectud se le denomina “huehueyotl”, y a las personas que alcanzaban esta etapa o condición se les reconocía como “huehuetain” (reverenciado anciano) o “llamatzin” (reverenciada anciana). Así mismo, se apoyaba a los que sobrevivían a la guerra, a los que padecían enfermedades y a los que perdían el trabajo. A estos últimos se les llamaba “ueutques” y se les otorgaba una pensión.

Decrease Font Size Increase Font Size Tamaño del texto Imprimir esta página

rivera3Por otro lado, se reconocía a la longevidad máxima de 104 años como “huehueriliztli” (cumplimiento de la vejez).

En esa época también se distinguía entre quienes llegaban a la ancianidad en pleno uso de sus facultades mentales y los que se habían convertido, según ellos, en una carga social.

Los varones del primer grupo eran conocidos como dueños del fuego o “tleyo, mahuizyo” y se les consideraba como transmisores de valores y conocimientos familiares y del grupo, expresados mediante el papel de instructores. De las mujeres ancianas se resalta su papel positivo para la cohesión familiar, la dirección que ejercían sobre las mujeres de la casa por lo que respecta a su manejo y el de las labores manuales y su papel como símbolos del linaje.  En cambio, aquellos que tenían problemas físicos eran llamados “yehual ilama ocoliu” y “yehuel huehue ocoliuh”, respectivamente “la” y “el” anciana/o que se torció.

Quienes perdían las facultades mentales eran llamados “oppa piltontli”, que significaba “el que es niño por segunda vez”. A los viejos que consideraban malvados, se les caracterizaba como inútiles: incapaces de ser ejemplo de la vida recta y deteriorados en su intelecto.

Un concepto importante es el denominado “atadura de años” que abarcaba los 52 años. Según la tradición prehispánica, establecía que quienes llegaban a la “atadura de años”, iniciaban el ciclo de la vejez, la cual podría prolongarse en casos excepcionales hasta los 104 años y recibían el nombre de “huehueriliztli” (cumplimiento de la vejez). El atado de años se establecía cuando el nombre del día del calendario solar y el lunar volvían a coincidir cada 52 años, por lo tanto, vivir 104 años implicaba haber recorrido dos veces ese lapso y de esta manera se reforzaba el tonalli: una de sus entidades anímicas.

Facebooktwitter

¿Tú que opinas? ¡Nos interesa mucho saberlo!