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¿Por qué nadie habla sobre lo bonito que es envejecer? dice Isabella Rosellini a El País


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Tras 14 años, Isabella Rossellini vuelve a Lancôme como imagen. El diario español El País, habló con ella en exclusiva sobre la evolución de la mujer y sobre lo que a ésta le queda por conseguir. Lecciones de vida gratis de una musa. He aquí un extracto.

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anciano-comiendoUn extracto del discurso de Rosellini: «De jóvenes, las mujeres estamos sometidas a mucha presión; hallar un trabajo, ganar dinero, ser madres. Pero a medida que nos hacemos mayores, nos aclaramos. Nadie habla sobre lo maravilloso que es envejecer, no se trata de tener o no arrugas, sino de encontrar nuestra voz», razona, vestida con una camisola de cuadros blancos y negros y unos pantalones oscuros.

Su historia con Lancôme no empezó ayer. «En 1982 querían dar un giro, deseaban una firma cohesionada. La solución fue fichar a una modelo para todas sus campañas. Fui la elegida. Mi contrato era de dos años, pero funcionaba como imagen y la colaboración duró 14, algo rarísimo en una época en la que se prefería la novedad y modelos anónimas. Apostar por un mismo rostro conllevó ventajas: las clientas lo consideraron sinónimo de confianza y se volvieron más fieles. Pero cuando cumplí 40, rescindieron el contrato. Las mujeres, me dijeron, soñaban con ser jóvenes. Yo no representaba eso. Cuando me llamaron para ficharme de nuevo, contesté: «Están de broma; ¡tengo 64 años!».

Los aparenta. Y no por su físico, es una cuestión de carácter. La voz de Isabella es rotunda, pero mece. La mirada brilla cuando habla sobre los derechos de la mujer. «En mi familia, el talento de mi madre se consideró una excepción. El mundo tenía otros planes para las chicas de su generación y para las de la mía. Mamma me animó a construir una carrera. Lancôme me la brindó. El contrato me dio seguridad y el dinero, independencia. Me ayudó a osar ser actriz».

Y hoy realizadora. Ha escrito y dirigido varios cortos sobre el ritual sexual de los animales que han dejado a la crítica y al público boquiabiertos. En Green Porno copula vestida de mosca, muere de mantis practicando sexo. Es informativo, divertido y surrealista…

Debe saberlo. No solo estudió etología animal en la universidad, sino que se ha mudado a una granja a las afueras de Nueva York. Vive rodeada de gallinas y cerdos en Long Island.

Siempre me gustó el campo. Y me habría dedicado a esto antes. Con 14 años, me veía dirigiendo documentales. Devoraba los de la BBC y National Geographic. Intenté hacer prácticas en el sector, pero me rechazaron. Entonces apareció la moda, fue una suerte.

Se cumplen 30 años del estreno de Terciopelo azul, en su momento escandalizó, sobre todo en Italia, donde se comparó con el porno. ¿La reacción sería la misma hoy?

Difícil saberlo… David trasciende las tendencias. En su obra, no todo tiene explicación. Solía decirme: «La vida es misterio». Cuando él entra en un cuarto, se pregunta: «¿Por qué existe una atmósfera?». Él se centra en los enigmas. Sus filmes no narran un momento, capturan lo recóndito. Eso no pasa de moda. Terciopelo azul habría impactado hoy.

Hace 80 años, cuando nació Lancôme, no podíamos votar. Ni ser propietarias; lo eran nuestros hermanos, padres o maridos. No podíamos divorciarnos ni existía policía especializada en violaciones. En caso de abuso, nos decían: «Lleva minifalda». Hemos demostrado que podemos ser presidentas, abogadas, cirujanas. Pero la responsabilidad del hogar recae sobre nosotras. Mi hija adora su carrera, aunque teme que ser madre la ponga en riesgo. Yo la ayudaré con los niños. Pero esta situación debe cambiar. El mayor desafío de nuestra época es conseguir conciliar profesión y maternidad.

Otro reto: que las actrices de 60 años no dejen de ser protagonistas.

Lo que ocurre en cosmética, ocurre en el cine. Lancôme ha elegido a una mujer mayor como imagen porque el mensaje ha cambiado: no todas las féminas quieren ser jóvenes. Esta estrategia inclusiva no es nueva: entre sus embajadoras cuentan con la actriz africana Lupita Nyong’o o Penélope Cruz, una latina. Al cambio ha contribuido su CEO, una mujer [Françoise Lehmann], que sabe que la mujer no se cuida solo para seducir. Hace 20 años, éramos secretarias. La clave de la paridad en el cine la tiene la distribución.

Las películas más taquilleras son de acción. Los espectadores son chicos jóvenes. Cuando cumplimos 30, nosotras dejamos de ir al cine porque toca volver a casa a cuidar a los hijos. Pero con el streaming (Hulu, Netflix) la tendencia ha cambiado. Nunca he trabajado tanto como en los dos últimos años, se ha ampliado el público.

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