Historia de la Feria de las Flores de San Ángel
• El encuentro con el esplendor de la biodiversidad floral mexicana y con el abolengo de las construcciones de San Angel -dos tesoros de México- es una experiencia que conmueve los sentidos. Un reducto de espacios privilegiados con estrechas calles empedradas y placitas asombrosas donde los muros de las casonas surgen forrados de bouganvilias fucsias, naranjas, rojas y enredaderas de glorias blancas y lavandas.
San Ángel, integrado actualmente a nuestra gran ciudad de México, tiene sus orígenes en el siglo XVII con la llegada de los frailes carmelitas a la Nueva España, quienes se establecieron en lo que hoy conocemos como Museo y Ex -Convento del Carmen y sembraron una gran huerta.
Con el tiempo ésta se hizo famosa por la belleza y variedad de sus cultivos y, según cuentan los historiadores, por los grandes campos a su alrededor que durante el mes de julio se convertían en mares rojos de amapolas, coincidiendo con las festividades de la Virgen del Carmen.
Cada año, durante las celebraciones de la patrona de los monjes carmelitas, llegaban peregrinaciones que, como en todos los pueblos de México, fueron dando lugar a una feria típica que sirvió para atraer a más visitantes.
Uno de ellos fue el famoso Virrey Don Francisco de Güemes y Horcasitas, Primer Conde de Revillagigedo, quien quedó tan impresionado con la belleza del lugar que, a fines del siglo XVIII, puso de moda a San Ángel como centro de veraneo para la aristocracia de la Nueva España.
A partir de entonces, se volvió una tradición acudir durante el mes de julio para gozar del espectáculo de sus flores y convertirlo en el sitio ideal para pasar horas de ocio cualquier día del año y muy especialmente en el verano, durante la “Feria de las Flores”, que este año celebra su aniversario 158.
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Así como tradicionalmente nuestra imagen y recuerdos de San Ángel están unidos a las flores, especialmente a la gran feria que se realiza durante las festividades de julio, este espacio privilegiado de historia viva de la ciudad de México también se ha ido convirtiendo en uno de los escenarios predilectos para las artes pláticas de la capital.
Desde hace 52 años, el Jardín del Arte, una asociación única en latinoamérica, lleva una exhibición con múltiples obras plásticas todos los sábados a la Plaza de San Jacinto con el fin de fomentar el vínculo entre artistas y comunidad. Promueve que el arte deje los espacios tradicionales tan típicos de las artes visuales como los museos, y se instale en espacios comunitarios, ampliando con ello el radio de visión sobre la creación artística.
Esta año el Jardín del Arte, A.C. participa con una exhibición de cerca de 200 obras en Plaza Loreto durante la celebración de la Feria de las Flores del 15 al 22 de julio.
La Dalia es una flor nativa de México con un diámetro hasta de 15 cm., se cultiva en todo el mundo en una extraordinaria variedad de formas y colores. Las hay púrpuras y amarillas, rosas y rojas; sus pétalos toman la forma de pompones tan grandes como platos de y tan pequeños como fresas.
La Dalia era cultivada por los Aztecas como ornamento, para uso medicinal y como alimento porque la planta posee un tubérculo comestible que aún hoy día consumen los pueblos Mixtecos de Oaxaca.
Existen alrededor de 15 mil variedades que se desarrollaron a partir de tan sólo 4 de las 31 especies silvestres. A fines del siglo XVIII, se enviaron algunos especimenes al Real Jardín Botánico de Madrid lográndose la primera variedad europea llamada Dalia Variabilis, en honor del botánico sueco Andreas Dahl.
Durante la presidencia de López Mateos, la Dalia adquirió su rango de emblema nacional por ser una de las flores mexicanas más admiradas en el extranjero.