Después de cierta edad caerse es delicado
La OMS, define así las caídas: “consecuencia de cualquier acontecimiento que precipite al paciente al suelo en contra de su voluntad”. Estudios de la misma entidad indican que 3 de cada 10 personas mayores de 65 años sufren una caída anualmente
“Una caída en un adulto mayor puede implicar suponer una situación médica urgente, debido a la poca resistencia que ofrece nuestro cuerpo a esa edad y tener consecuencias como lesiones fuertes de tejidos blandos, fracturas y/o pérdida significativa de la independencia funcional, e incluso la muerte por las complicaciones que acarrean este accidente.
La OMS, define así las caídas: “consecuencia de cualquier acontecimiento que precipite al paciente al suelo en contra de su voluntad”. Estudios de la misma entidad indican que 3 de cada 10 personas mayores de 65 años sufren una caída anualmente. Y la cifra se eleva a 5 en los adultos de 75 a 80 años.
El equilibrio es una condición que se va perdiendo con la edad, al igual que la visión y la audición. Es decir, nuestro esquema de ubicación y nuestros sentidos ya no responden adecuadamente. El vértigo, el mareo, la debilidad y el deterioro cognitivo también son factores de riesgo. A lo anterior se suma la disminución de la fuerza de agarre y de la resistencia de los miembros inferiores.
Estos factores son conocidos por los especialistas como intrínsecos y se diferencia de aquellos ambientales que también son factores de riesgo, como superficies resbaladizas, mobiliario mal ubicado, alfombra arrugada, iluminación deficiente, escaleras inseguras o zapatos inadecuados. Es frecuente que una caída sea resultado de la interacción de factores intrínsecos y extrínsecos o ambientales.
También cuando se padecen enfermedades crónicas los medicamentos que se toman pueden alterar el estado normal y provocar mareos, sueño, problemas de marcha y equilibrio. Así quienes tienen osteoporosis, Parkinson, discapacidad visual entre otras enfermedades deben de poner especial atención.
Lo mismo deben hacer las mujeres que alrededor y después de la menopausia, pierden densidad ósea y la osteoporosis aumenta con gran facilidad. Por ello deben prevenir y hacerse una densitometría ósea y someterse a tratamiento si es necesario.