Gilda Sánchez

Historia del gran espíritu de un águila y su deseo de vivir…


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El beso de un águila es la historia del gran espíritu de un águila y su deseo de vivir, salvada por Jeff Guidry, un sobreviviente de cáncer.

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El beso de un águila: Libertad y Jeff Guidry es la historia de un águila calva

salvada por un sobreviviente de cáncer quien nos la narra.

AGUILA 2A

Este tipo de historias son las que necesitamos conocer cuando sentimos que nuestro mundo está fuera de control.

Libertad, así se llama mi águila, y yo vamos a cumplir 11 años de estar juntos. Llegó siendo bebé con dos alas rotas. Su ala izquierda se le había quebrado en cuatro partes y no podía abrirse completamente, incluso después de la cirugía. La adopté como mi bebé.

Cuando Libertad llegó a mí estaba escuálida y cubierta de piojos. Decidí darle una oportunidad de vida, así que la llevé al veterinario. A partir de entonces siempre hemos estado juntos. Libertad vive en una enorme jaula de perros que tiene abierta la parte superior y que en la base llenamos con periódicos cortados en tiras para que pueda establecer su nido, y así acostarse y descansar. Yo solía sentarme y hablarle, instándola a vivir, a luchar, mientras ella se quedaba mirándome con sus grandes ojos marrones.

Tuvimos que alimentarla dándole comida a través de un tubo durante casi seis semanas y  apenas podía mantenerse parada por si sola. Llegó al punto en que se tomó la decisión de practicarle la eutanasia si no podía incorporarse sola en una semana más.

Pueden imaginarse lo difícil que era para mí tomar una decisión de esta índole. No quería cruzar la línea entre la tortura y su rehabilitación, pero parecía que la muerte nos iba ganar. A ella se le iba a dar la oportunidad, hasta ese viernes, pero si no reaccionaba, se le pondría a dormir.

Supuestamente yo debía visitarla por última vez la tarde del jueves. Yo no quería ir porque no podía soportar la idea de verla sacrificada; pero fui de todos modos, y cuando entré al Centro, vi que todo el mundo estaba con una sonrisa de oreja a oreja. Fui inmediatamente a su jaula, y allí estaba ella, de pie por su cuenta, grande y bella.

AGUILA 2CEstaba lista para vivir. Yo estaba al borde de las lágrimas en un día que fue muy bueno, y muy especial. Sabíamos que no podía volar, así que el director me pidió que usara un guante de entrenar. Me lo dio junto con una correa para sujetar la pata de Libertad a través de un anillo.

A partir de entonces empezamos a entrenarla en las escuelas del oeste de Washington y fuimos noticia en los periódicos, la radio y algunos programas de televisión. Pero en la primavera de 2000, fui diagnosticado con linfoma no-Hodgkin en la etapa 3, que no es bueno, por lo que terminé tomando quimioterapia durante ocho meses y perdí el pelo y un montón de trabajo.

Cuando me sentí lo suficientemente fuerte, pensé en ir a las montañas de Sarvey para tener la dicha de tomar un paseo en compañía de Libertad. Estaba ansioso por ver su reacción. También ella me ayudaba viéndola en mis sueños lo que me hizo más fácil luchar en contra del cáncer. Esto sucedió una y otra vez, y tuve un avance rápido en mi recuperación hasta noviembre de 2000 el día después de Acción de Gracias, cuando tuve el último examen.

Me dijeron que el cáncer ya no existía. Todos mis martirios y preocupaciones se han ido después de ocho rondas de quimioterapia. Después de las pruebas al regresar el lunes para los resultados finales me informaron los médicos que todo el cáncer había desaparecido.

Así que lo primero que hice fue levantarme y llevar a la gran chica a dar un paseo. Era una mañana con niebla y muy fría. Quería ver si se atrevía a volar aunque fuera un vuelo corto, fui con una correa para sujetar la pierna del águila con un anillo y fijarlo a la correa de mi mano y después de esto salimos a la parte superior de la colina. Yo no había dicho ni una palabra a Libertad, pero de alguna manera lo sabía. Ella me miró y me envolvió con sus inmensas alas hasta donde yo podía sentir su presión y toda su fuerza en mi espalda. Entonces me tocó la nariz con su pico y se quedó mirándome con sus ojos, quedándose allí muy tranquila por no se cuánto tiempo. Emprendió un corto vuelo y regresó a mí. Fue un momento mágico.

Hemos sido amigos del alma desde que llegó a mi vida. Ella es un ave muy especial.

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