El regalo de las luces en la oscuridad de diciembre
La magia de las luces decembrinas es una llamada para que prestemos atención y podamos apoderarnos de lo invisible, del fuego cubierto de oscuridad que tenemos dentro de nosotros y que empieza a guiarnos en el nuevo año.
Nacer y morir, lo luminoso y lo oscuro, trabajo y descanso, son dualidades que nos atañen; guían desde siempre, junto con los ciclos naturales de la tierra, a la importancia de conmemorar y poner atención a ciertos días del año.
Las fases de la luna, equinoccios y solsticios solares, marcan fases de inicio y terminación, coincidentes en gran medida, con los ciclos humanos. Nuestros impulsos inconscientes nos llevan a armonizarnos con estas fuerzas misteriosas celebrando rituales que dan significado a las transiciones estacionales.
Nunca se enciende mayor cantidad de luces como en la oscuridad de diciembre. Sin embargo, a pesar de la gran señal que vemos en las innumerables luminarias de las fiestas de esta temporada invitándonos a celebrar lo externo, no logramos vislumbrar el misterio de su sentido oculto.
No las entendemos como una pista que nos guía para descubrir la luz oculta en nosotros, que al igual que la externa, se irá mostrando poco a poco a en la claridad que ganan los días partir del solsticio de invierno.
Contemplemos el fulgor de esta época como indicio del fuego que desciende para avivar y deslizarse en nuestro interior. En estas noches viejas los destellos de las luminarias nos simbolizan la posibilidad de renovación que es el regalo que el dios naciente nos viene a conceder.
La magia de las luces decembrinas es una llamada para que prestemos atención y podamos apoderarnos de lo invisible, del fuego cubierto de oscuridad que tenemos dentro de nosotros que va a empezar a guiarnos en el nuevo año.
¡Celebremos la búsqueda espiritual a la que este tiempo nos invita!