Gilda Sánchez

Envejecer es juventud acumulada dijo Carlos Fuentes


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Se da la paradoja de que nadie quiere alcanzarla, pero cuando se ha ingresado en ella no se desea abandonarla: el estadio siguiente es la muerte.

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“La tercera o ahora cuarta edad, es una etapa de la vida a la que no deseamos llegar. La miramos a la distancia y como a algo que no nos incumbe, pero a la que, casi sin darnos cuenta y de manera inconsulta, el paso del tiempo nos la impone por necesidad: cuando hemos entrado en ese proceso de declinación ya no hay marcha atrás.

Se da la paradoja de que nadie quiere alcanzarla, pero cuando se ha ingresado en ella no se desea abandonarla: el estadio siguiente es la muerte.

En una de las últimas visitas de Carlos Fuentes a la Argentina, un periodista le preguntó si en la vejez mantenía vivo el espíritu creativo. El novelista le respondió que «no tenía vejez sino juventud acumulada». La respuesta, al margen de una cuota de humor, encierra mucho de verdad, ya que todo depende de cómo uno enfrente las etapas de la vida.

Y esa «juventud acumulada» -que redunda en sabiduría y prudencia- es el bien más preciado que posee alguien de Grandparents Playing Baseball With Grandchildren In Parkedad avanzada y nadie, por más que se esfuerce, puede arrebatarle la experiencia adquirida.

Los antiguos valoraban a los ancianos; en ciertos Estados, así en Lacedemonia, integraban el Concejo, un órgano de dictamen inapelable. Esa distinción obedecía a que poseían un saber al que los que aún no habían alcanzado la vejez todavía no tenían acceso.

Por su longevidad gozaban de un aura casi sacra. Se los veía en una suerte de tiempo transhistórico al margen de los avatares y circunstancias de la vida cotidiana: desde ahí podían juzgar con mayores conocimientos y ecuanimidad.

Sabían simplemente porque habían vivido mucho (recordemos que saber se vincula con sabor, vale decir, con algo que se conoce porque se lo ha experimentado)

Fuente:  Hugo Francisco Bauzá  | Para LA NACIÓN

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