¿Qué impacto tiene en nuestras vidas llamarnos como alguien en la familia?
• Si te llamas igual que tu padre, madre, hermano fallecido o llevas el nombre de un antepasado, quizás estés cargando con el peso de su vida sin saberlo. Pero, ¿de qué se trata todo esto?
Alejandro Jodorowsky, un pensado y psicoterapeuta, nos aclara sobre lo que implica tener un nombre de otro miembro de la familia.
Podría ser que en el inconsciente familiar, llevar el nombre del padre o de otro antepasado sería una forma de recordar a quienes fueron o son importantes en nuestra vida. Según Jodorowsky, ponerle el nombre de un antepasado a un recién nacido, trae consigo una serie de cargas.
“Cuando bautizamos a un hijo debemos saber que junto con el nombre le pasamos una identidad. Evitemos por tanto los nombres de los antepasados, de antiguos novios o novias, de personajes históricos o novelescos. Los nombres que recibimos son como contratos inconscientes que limitan nuestra libertad y condicionan nuestra vida…”
Jorodowsky considera que resulta peligrosos, ya que los nombres actúan como fotocopias y al ser repetido se devalúa y pierde fuerza. Además de mencionar que en la repetición está el riesgo de ser un “árbol que da frutos o bien plantas venenosas”.
Todos los nombres tienen una vibración o fuerza por lo que el nombre de una persona muerta le trae al recién nacido la carga de ser como aquella persona y la historia que tuvo el poseedor del nombre dice el psicoterapeuta.
Por ello, señala, la elección del nombre es algo que debe llegar a ambos padres de manera intuitiva; no ser repetido, para darle la oportunidad de comenzar algo nuevo a el nuevo ser.