Cinco hábitos veraniegos para seguir todo el año

Por Gilda Sánchez

Idealista ilustrada y curiosa. Nació en la mitad del siglo XX en la región más transparente. Educada en la burguesía del bolero, del rock sesentero y por jesuitas de la Ibero. Desde que cumplió 50+ le cayó el veinte de que actuar sin ejercer la conciencia es desperdiciar el milagro de estar viva. Compartir experiencias y reflexiones que enriquezcan el alma es su pasión. Para eso escucha, habla y escribe.

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1. Usar protector solar. El sol puede quemar la piel aun cuando hace frí Cuando estés afuera, utiliza protector solar en toda la piel expuesta. La Asociación Mexicana de Lucha Contra el Cáncer dice que el cáncer de la piel se encuentra más comúnmente en las zonas del cuerpo que generalmente están exponen al sol.
2. Tomar agua. La necesidad de hidratación de nuestro cuerpo no termina con los días calurosos. El ingesta de agua ayuda a mantener el equilibrio de líquidos de nuestro cuerpo y regula la temperatura corporal. También limpia impurezas de nuestros hí Acuérdate que los adultos mayores están en riesgo de deshidratación ya que el reflejo de la sed se ve afectado y disminuyen los sensores que normalmente activan el acto de la búsqueda de agua.
3. El verano típicamente nos abre las puertas al exterior. Pero al bajar la temperatura no quiere decir que deben eliminarse nuestras caminatas o paseos diarios. Solo agrega más capas de ropa o inscríbete en un gimnasio, pero por ningún motivo dejes de ejercitar tu cuerpo.
4. Comer frutas y verduras de temporada. Recuerda que las frutas y verduras de temporada locales se recogen en su punto óptimo de maduración y son más sabrosas que las que van a ser transportadas, que se recolectan verdes y maduran artificialmente en los contenedores. En el verano mexicano, consume alimentos que contengan más agua, como la sandía o el meló En los meses más fríos consume más fresas y mandarinas.
5. Humecta tu piel. Aun cuando ya no estés enseñando brazos y piernas, no dejas de aplicarte una crema humectante diariamente en abundancia. El aire frío es muy dañino para la piel, haciendo que evapore la humedad de nuestro cuerpo.