Las manos de mi mamá
Tienen una historia como un poema, un poema largo, complejo, de trabajo infantil y de arado, de queso y ordeña, de elotes desgranados, de escribir muy tarde.
“Por unos minutos mágicos, hoy tuve entre mis manos las manos de mi mamá. Una está herida de cansancio, la otra vive en un planeta extraño y se niega a responder indicaciones.
Pero ambas tienen una historia como un poema, un poema largo, complejo, de trabajo infantil y de arado, de queso y ordeña, de elotes desgranados, de escribir muy tarde. También de rollos de tela, de pan horneado, de piel prensada contra la máquina de escribir, de criar niños, de crear sueños, de no dejarse, de acariciar, de amar a diez dedos, de dar masajes, de formar con plantas las sonrisas de Dios, de abrirse paso.
Manos que son monumento, manos que se niegan a dejar de abrazarnos. No puedo dormir, aún disfruto sus manos acariciando mis manos acariciando sus manos.
Mi madre es a toda madre, pero sus manos son magia y hablan arrullando el aire.